Marta, mi abuela, nació un día frío y soleado del otoño de 1946. Sus dos hermanos mayores la recibieron con sonrisas. Como su papá era un poco despistado, la anotó el 14 de junio, un mes después de haber nacido. Su familia siguió creciendo y quedó como la hermana del medio entre cinco hermanos. Sus hermanos mayores la mandaban, pero ella también tenía sus hermanos menores para mandar.
Su infancia fue muy linda, entre tantos hermanos, primos y amigos que se juntaban a jugar. A veces en sus casas, que tenían fondos grandes, a veces en la vereda, ya que entonces no había tanto tránsito y no era peligroso.
Por el frente de su casa pasaban coches tirados por caballos, eran como taxis, y también el tranvía de la línea Nº 4. Les gustaba poner sobre la vía unos papeles explosivos y cuando el tranvía pasaba disfrutaban ver la cara de enojo del conductor.
Hubo una gran epidemia de poliomielitis, y suspendieron las clases y los llevaron a todos, hermanos y primos, a la casa de campo de sus abuelos. Fueron unos meses maravillosos, sin saber del todo que esa epidemia fue terrible.
Sus padres les enseñaron el valor del conocimiento y al mismo tiempo les enseñaban a cocinar, lavar, y planchar, les presentaban a Sócrates, a García Lorca, o a Shakespeare.
En el año 1960, cumplió 14 años. En ese entonces corría un rumor escalofriante en todo el mundo, que ese iba a ser el último año, que era el fin del mundo. Según decían, el fin de los tiempos estaba anunciado en una carta que el Papa decía recibir ese año y que había sido entregada por Bernardita de Lourdes.
Como ya se imaginan fue una falsa alarma, pero en realidad ese fue el inicio de una década maravillosa en el mundo, junto con su adolescencia. Se apostaba a la vida, el estudio, el trabajo, al pensamiento y a los valores. Además, en aquellos años el rock hacia bailar al mundo entero. Veían películas musicales, y las parejas bailaban rock en los pasillos del cine, entre las butacas.
En Inglaterra apareció un grupo que cambio para siempre la música popular: Los Beatles. Ellos los hicieron cantar en ingles mientras los deleitaban con sus canciones.
Ella recuerda una experiencia que vivió en su niñez, que fue aterradora y divertida al mismo tiempo. En aquella época no había tantos insecticidas y algunas veces llegaban mangas de langostas. Cuenta que a veces el cielo se oscurecía, y que de repente se empezaba a sentir un ruido sordo pero a la vez intenso que los asustaba. Cuando la nube ruidosa aterrizaba, podían ver que eran miles y miles de langostas, que devoraban todas las plantas a su paso. En su casa, todos salían al jardín haciendo ruido con ollas, tapas, o cualquier cosa que sonara para espantarlas. Por mucho esfuerzo que hicieran, el jardín daba pena cuando se iban.
En su último año de secundaria, decidió, sin saber muy bien porque, pero muy segura, de que era lo que quería, estudiar Psicología. Esta profesión que hoy es muy conocida, en aquel tiempo no estaba muy definido su rol. Esta ha sido una de las elecciones más importantes de su vida, porque ejercer su profesión, hasta ahora, ha sido y es algo que le ha gustado muchísimo.
Otra elección muy importante se produjo en el primer año que ingreso a la Facultad. Allí, en los pasillos que compartían con la facultad de odontología, conoció a Guillermo. Primero le atrajo su inteligencia y su humor, pero después cuando lo conoció más profundamente se enamoro. Tres años después se casaron, y ya han cumplido 42 años de casados. Durante todo este tiempo construyeron una hermosa familia, con tres hijos. Estos, llenaron de alegría y satisfacción su vida. Ellos son lo que querían para ellos, son buenas personas. Y ellos les dieron tres hermosas nietas, que les permiten renovar su amor constantemente.
Hoy, sigue trabajando en su consultorio. Y su nieta mayor, le enseñó a entrar a Facebook, para que pueda entrar a ese mundo ilimitado, sin distancias, que es Internet.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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